Por primera vez en años, la economía se ve amenazada por el desabastecimiento de materias primas y no únicamente como consecuencias de la pandemia del coronavirus.
Basta con querer comprar la última videoconsola, el último Smartphone o el coche eléctrico que vemos con frecuencia en los anuncios, para darnos cuenta de que el stock está vacío. Los clientes que deseen consumir estos productos deben apuntarse en una lista de espera, que en algunos casos podría durar hasta dos años para finalmente adquirir el producto.
Es un problema que ha surgido debido a la falta de materias primas para la fabricación, el encarecimiento de estas y el posterior abastecimiento.
Por tanto, cada vez son más las empresas que reclaman medidas para solucionar los problemas de suministros de materias primas a la Unión Europea. Hoy en día, más del 83% del total de industrias se ven afectadas por la subida de los costes a raíz de este problema. Por lo que surgen interrogantes sobre cuáles son las verdaderas causas del cuello de botella que se ha creado en la cadena de suministros.
Enfrentamiento y poder entre las causas del desabastecimiento
El origen se remonta a cuatro años atrás, específicamente en 2018, cuando Estados Unidos inicia una guerra comercial con China en la que el expresidente norteamericano Donald Trump impone aranceles de más de 50 millones de dólares a productos chinos. Le acusa de plagio de propiedad intelectual y deslealtad en temas de colaboración comercial. China responde igualmente con sanciones a productos estadounidenses.
Esta situación genera una gran tensión con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, en el que ambas potencias luchan por obtener la mayor cantidad de materiales para distintos sectores.
El gigante asiático se ha hecho con un acopio mayor de materiales como el hierro, el acero, el aluminio, el cobre, el níquel y el plástico, situación que no parece que vaya a terminar en breve, y que por el contrario posiblemente se agrave con el paso del tiempo.
Además de la guerra comercial, debemos sumar otras causas:
- Las tensiones originadas por el Brexit en la relación comercial con el Reino Unido.
- Los atascos en el transporte marítimo.
- El lastre causado por el parón causado por la pandemia del Covid-19.
Una mezcla perfecta para desencadenar un problema de desabastecimiento nunca visto en la historia.
¿Cómo afecta a las empresas europeas?
Desde mediados de 2020, la industria europea se ha visto seriamente afectada por los cuellos de botella que se generan en la cadena de suministros de materias primas, tanto por el problema de transporte como por el incremento de los precios de estas. Lo que genera que las empresas detengan la producción de productos y servicios; y que finalmente no cubran las necesidades demandadas por los consumidores.
A la falta de materia prima, se le suma el incremento en el precio de estas. En el caso del plástico, su coste se ha encarecido entre un 20% y un 50% con respecto al año anterior. El acero ha duplicado su precio, de 450 o 600 euros la tonelada a 900 o 1000 euros. De igual manera para el precio de la madera.
El cobre también ha duplicado su precio, un material utilizado principalmente para la fábrica de cocinas y hornos, placas de inducción o frigoríficos.
Por otra parte, se encuentran los problemas originados por la crisis de transporte. Fletar contenedores también se ha convertido en un verdadero desafío, un contenedor que antes costaba alquilar por 2.000 dólares ahora cuesta 15.000 dólares y sin contar con que no hay huecos en los barcos por la desorganización en el transporte marítimo. Por lo tanto, lo que antes tardaba en llegar en 2 semanas, puede durar hasta 8 en hacerlo.
Muchos fabricantes están aguantando y alargando la producción porque cuentan con reservas de materias primas, pero hay otros sectores que no pueden permitírselo como es el caso de la fabricación de chips. Un momento en la historia que algunos ya suelen llamar: el apocalipsis digital.
El “Armagedón de los chips”
Como bien sabemos, los chips son el motor de la economía digital. En China la fabricación de microchips es prioridad nacional, mientras que en Estados Unidos están trabajando en sacar adelante un proyecto de cadena de suministro de fabricación nacional. Seguimos en la guerra comercial.
Las empresas dedicadas a la fabricación de maquinaria se han visto afectada por la falta de determinados componentes. Esta situación impacta directamente en las empresas tecnológicas que utilizan robótica en la fabricación de productos, lo que trae como consecuencia, no alcanzar a cubrir las demandas de sus consumidores.
Un chip es fabricado en un periodo de tres meses, utilizando laboratorios libres de polvo, máquina de alto coste, estaño fundido y láseres. En este procedimiento se transforman obleas de silicio en una cantidad innumerables de conectores que servirán como base en la fabricación de teléfonos móviles, automóviles, cámaras, electrodomésticos, y un sinfín de productos de consumo masivo.
A pesar de que las fábricas de chips trabajan 24 horas, 7 días a la semana, no hay producción suficiente para abastecer la demanda mundial.
Actualmente TSMC en Taiwán, Samsung en Corea del Sur e Intel en Estados Unidos son las fabricantes de chips a nivel global y no se prevé que la situación salga del atasco durante el 2022, ni hasta mediados del 2023.
Sin embargo, existe la amenaza permanente por parte de China que reclama a Taiwán como suyo, lo que conllevaría a Intel y Samsung ser los únicos fabricantes para el resto del mundo.
Un ejemplo de esto lo tenemos en el sector de los videojuegos, quienes no han podido cubrir la demanda de sus clientes por la escasez de los microchips para consolas de última generación como la Xbox Series de Microsoft o la PlayStation 5 de Sony. De hecho, han sido los clientes de este sector uno de los primeros en darse cuenta de que existía un problema de demanda y suministro el mismo día del lanzamiento de ambas consolas.
Lo mismo sucede en la industria automotriz, donde la producción se ha ralentizado por el mismo motivo. Pero en este caso es mucho peor porque es un sector que funciona con muy poco margen y cuando quisieron reanudar la fabricación de automóviles, luego del confinamiento generado por la pandemia, se toparon con que otros sectores estaban cubriendo el hueco que habían dejado en ese momento.
La Economía Circular como alternativa a largo plazo
Una de las alternativas que viene pisando fuerte y de la que escuchamos hablar con mayor énfasis es la economía circular o lo que es lo mismo, un modelo de producción y consumo en el que se comparte reutiliza, repara, recicla y renueva materiales y productos todas las veces posibles.
Todo lo contrario al modelo económico utilizado hasta el momento, basado en la utilización y posterior desecho de los materiales o lo que es lo mismo concepto de usar y tirar.
En el modelo de la economía circular, el producto sigue teniendo vida luego se su utilización el máximo tiempo posible, pudiendo conservar sus materiales para fines posteriores. Bajo esta modalidad, los residuos se reducen al mínimo y por tanto crea una cadena de valor más sostenible.
El motivo principal por el que migrar a este tipo de modelo es precisamente la escasez de materias primas. La humanidad crece y por ende la demanda también, pero los recursos no son ilimitados.
La población mundial crece en torno al 1% al año, mientras que la demanda lo hace a un 3% anual, lo que decantaría en un desabastecimiento permanente si no se toman medidas inmediatas para frenar la curva de crecimiento continuo.
Medidas inmediatas para paliar la escasez de materias primas
Desde Bruselas se preparan alianzas fuera de la Unión Europea para depender lo menos posible de Asia en algunos sectores clave.
Europa importa desde Asia casi un 75% de productos sensibles para el consumo masivo, lo que se traduce en una alta dependencia asiática. La CE quiere abordar esta dependencia creando políticas de alianzas públicas y privadas con proyectos de interés común europeo.
Entre las medidas más inmediatas para afrontar la escasez de materias primas también tenemos la urgente necesidad de reestructurar las cadenas de suministros con aliados y socios fuera de la UE.
Mejorar la velocidad y la flexibilidad de las operaciones también es una solución a corto plazo para paliar la escasez de materias primas y reestructurar el suministro adecuado. Sin embargo, el cambio en el consumo y el comportamiento de la población hacia un pensamiento más sostenible podría arrojar buenos resultados para aliviar la crisis.
No todo está perdido, pero todas aquellas medidas que se apliquen requerirán un gran esfuerzo para intentar equilibrar la oferta y la demanda de productos desde la sinergia de todos los agentes económicos y empresariales, las diferentes Administraciones nacionales y desde la UE.